lunes, 3 de junio de 2013

Loa al sindicalista desconocido - Isidoro Gracia

Asisto como invitado al Congreso de UGT-Galicia, en el acto de inauguración el recuerdo a algunos de los sindicalistas fallecidos en el periodo entre congresos forma parte del protocolo. Sobre la pantalla aparece la foto de uno que me fue próximo. No recuerdo el nombre completo, para mí y para casi todos, era solo Antolín, el compañero que se encargaba en la Sección Sindical de difícil tema de los tiempos obtenidos con el sistema  trampa del cronometraje.

También se preocupaba del buen funcionamiento de alguna tarea de administración, repartía octavillas aguantando madrugones, pedía el voto incansable en las elecciones, aceptando siempre un modesto puesto en el orden de la lista y otros muchos trabajos de servicio a los demás. Nunca tuvo un  puesto relevante o remunerado, casi siempre el mucho tiempo y esfuerzo aportado tuvo como recompensa la llegada de más problemas, incluso de algún gesto de desagrado y la presión de los mandos, en especial cuando el sindicalismo de clase era pecaminoso y motivo de sospecha anti-empresa.


Tengo en mi mente dos imágenes imborrables, cuando la enfermedad que lo mató ya había hecho estragos en su cuerpo y él era consciente que se moría, en la fiesta anual de la Sección Sindical, semanas antes de su muerte, bailaba abrazado a su mujer e hija, y a mí pregunta: ¿Cómo estás? Respondió: Apurando el último baile. Aún le vi otra vez, a solo días antes del final, estaba dando instrucciones al delegado joven que le sustituiría en su papel de defensa del valioso tiempo de sus compañeros, el cuerpo casi consumido contenía, a duras penas, una fe en sus ideas y convicciones que desbordaba.


Hay muchos incomprendidos Antolínes  entre los casi 6.000 delegados que UGT-Galicia obtuvo en las últimas elecciones, muchos más en los otros 11.000 delegados de otras Centrales. El mero hecho de presentarse supone para más de 20.000 trabajadores, arriesgar frente a los mandos de sus empresas, por el mero hecho de identificarse como sindicado, exponerse a la incomprensión de muchos y al ataque de los que son enemigos de clase.


Alguien puede pensar que lo que ocurre en la UE con el reparto de la carga de la crisis, sería lo mismo con otros 50 millones más de trabajadores afiliados sindicalmente. ¿A que las medidas políticas serian muy diferentes?


También serian muy diferente las condiciones de trabajo en países como Bangladesh o la India, si en vez de menos de 1% de afiliación sindical, esta fuera simplemente como la actual europea. Imaginemos como nos iría a los trabajadores, si además algunas militancias fueran como las del ejemplo del sindicalista desconocido, Antolín para los más cercanos.