José Luís Sampedro |
Tivéronos pendentes da Saritísima, muller esplendorosa que regalounos cunha xeitosa andaina profesional, sendo quen de romper os moldes dunha España cincenta e pacata. Tamén afogáronos co botafumeiro a prol dá ex - premier inglesa manexado por aqueles que na morte do Estado de Benestar achan ou seu benestar. Entre mentres case se nos furta ou adeus a un home de ben. Quizais porque foi aldrabón permanente nas conciencias das que dela carecen. Desprazado a un recuncho nos telexornais, Unhas liñas cativas, unhas verbas pequechas para un grande home. Pode que quedase pouco espazo cando este adicase ao lixo que abafa a sociedade ou aos desacougos dun xefe de estado cúa inquietude e andar colgado dun telefono en conversas cun sátrapa do “Golfo”, para para atopar un "paraíso laboral" con que agasallar a un xenro presuntamente cleptómano nun sultanato sen tratado de extradición....
Sampedro, nado en Barcelona no ano 17 do pasado seculo foi humanista e escritor prolífico cunha ampla traxectoria literaria. Compre citar por vía de exemplo, “Octubre, octubre” “La sonrrisa etrusca” “La vieja sirena” ou “El amante lesbiano”. A súa vocación e convicción recollese na ampla bibliografia encamiñada a divulgar unha economía mais humana e mais solidaria. Capaz de contribuir a desenvolver a dignidade dos pobos. Nos seus ensaios e volumes de economía, destacan: “Realidad económica y análisis estructural”, “Las fuerzas económicas de nuestro tiempo”, “Conciencia del subdesarrollo”, “Inflación: una versión completa”,”El mercado y la globalización, sobre política, mercado y convivencia” ou “Economía humanista. Algo más que cifras”
Estaba en posesión da Orde das Artes e as Letras de España. Tamén foi recoñecido entre outras distincións co Premio Nacional das Letras Españolas. As súas frases adquiren hoxe unha valiosa importancia e poñen de relieve a súa preocupación e compromiso social.
"El déficit democrático es grande, no hay democracia. Democracia quiere decir gobierno del pueblo y por el pueblo. Aquí solo hay voto una vez cada cuatro años, más condicionado por la manipulación mediática que por la educación. Votamos a políticos y mandan los financieros".
"Nuestro tiempo es para mí, esencialmente, un tiempo de barbarie. Y no me refiero solo a violencia, sino a una civilización que ha degradado los valores que integraban su naturaleza. Un valor era la justicia".
"Hay una cosa que me preocupa: hasta qué punto se están destruyendo valores básicos. No hablo ya de derechos humanos, sino de la justicia, la dignidad, la libertad, que son constitutivas de la civilización".
"Los hombres pensamos que dirigimos los acontecimientos y la historia [...], pero hay unos límites enormes, porque no somos autores sino protagonistas de un guión que escribe la vida".
"La enseñanza religiosa crea un pensamiento dogmático, se establece un dogma y ya no se puede discutir, se acaba con el pensamiento libre. Sin él no hay ni ciudadanía, ni democracia".
"Lo monstruoso es que no hay duda de que la crisis empezó por el abuso de los financieros. Se pillaron los dedos y ahora quieren recapitalizar la banca estrujando a la gente. No les importa privar a los pueblos de dinero que podrían aplicar para sus obras, o perjudicar a la educación pública que da oportunidades a la gente. No les importa que se privaticen bienes nacionales para que les paguen a ellos, no. Ellos quieren cobrar".
“El mercado está en manos de los poderosos. Dicen que el mercado es la libertad, pero a mí me gustaría saber qué libertad tiene en el mercado quien va sin un céntimo. Cuando se habla de la libertad hay que preguntarse inmediatamente: ¿la libertad de quién?"
No ano 2011, José Luis Sampedro escribeu o prologo en “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel publicado en España pola Editorial Destino 2011. Un texto cheo de valor e vixencia:
“Yo también nací en 1917. Yo también estoy indignado. También viví una guerra. También soporté una dictadura. Al igual que a Stéphane Hessel, me escandaliza e indigna la situación de Palestina y la bárbara invasión de Irak. Podría aportar más detalles, pero la edad y la época bastan para mostrar que nuestras vivencias han sucedido en el mismo mundo. Hablamos en la misma onda. Comparto sus ideas y me hace feliz poder presentar en España el llamamiento de este brillante héroe de la Resistencia francesa, posteriormente diplomático en activo en muchas misiones de interés, siempre a favor de la paz y la justicia.
¡INDIGNAOS! Un grito, un toque de clarín que interrumpe el tráfico callejero y obliga a levantar la vista a los reunidos en la plaza. Como la sirena que anunciaba la cercanía de aquellos bombarderos: una alerta para no bajar la guardia.
Al principio sorprende. ¿Qué pasa? ¿De qué nos alertan? El mundo gira como cada día. Vivimos en democracia, en el estado de bienestar de nuestra maravillosa civilización occidental. Aquí no hay guerra, no hay ocupación. Esto es Europa, cuna de culturas. Sí, ése es el escenario y su decorado. Pero ¿de verdad estamos en una democracia? ¿De verdad bajo ese nombre gobiernan los pueblos de muchos países? ¿O hace tiempo que se ha evolucionado de otro modo?
Actualmente en Europa y fuera de ella, los financieros, culpables indiscutibles de la crisis, han salvado ya el bache y prosiguen su vida como siempre sin grandes pérdidas. En cambio, sus víctimas no han recuperado el trabajo ni su nivel de ingresos. El autor de este libro recuerda cómo los primeros programas económicos de Francia después de la segunda guerra mundial incluían la nacionalización de la banca, aunque después, en épocas de bonanza, se fue rectificando. En cambio ahora, la culpabilidad del sector financiero en esta gran crisis no sólo no ha conducido a ello; ni siquiera se ha planteado la supresión de mecanismos y operaciones de alto riesgo. No se eliminan los paraísos fiscales ni se acometen reformas importantes del sistema. Los financieros apenas han soportado las consecuencias de sus desafueros. Es decir, el dinero y sus dueños tienen más poder que los gobiernos. Como dice Hessel, "el poder del dinero nunca había sido tan grande, insolente, egoísta con todos, desde sus propios siervos hasta las más altas esferas del Estado. Los bancos, privatizados, se preocupan en primer lugar de sus dividendos, y de los altísimos sueldos de sus dirigentes, pero no del interés general".
¡INDIGNAOS!, les dice Hessel a los jóvenes, porque de la indignación nace la voluntad de compromiso con la historia. De la indignación nació la Resistencia contra el nazismo y de la indignación tiene que salir hoy la resistencia contra la dictadura de los mercados. Debemos resistirnos a que la carrera por el dinero domine nuestras vidas. Hessel reconoce que para un joven de su época indignarse y resistirse fue más claro, aunque no más fácil, porque la invasión del país por tropas fascistas es más evidente que la dictadura del entramado financiero internacional. El nazismo fue vencido por la indignación de muchos, pero el peligro totalitario en sus múltiples variantes no ha desaparecido. Ni en aspectos tan burdos como los campos de concentración (Guantánamo, Abu Ghraib), muros, vallas, ataques preventivos y "lucha contra el terrorismo" en lugares geoestratégicos, ni en otros mucho más sofisticados y tecnificados como la mal llamada globalización financiera.
¡INDIGNAOS!, repite Hessel a los jóvenes. Les recuerda los logros de la segunda mitad del siglo XX en el terreno de los derechos humanos, la implantación de la Seguridad Social, los avances del estado de bienestar, al tiempo que les señala los actuales retrocesos. Los brutales atentados del 11S en Nueva York y las desastrosas acciones emprendidas por Estados Unidos como respuesta a los mismos, están marcando el camino inverso. Un camino que en la primera década de este siglo XXI se está recorriendo a una velocidad alarmante. De ahí la alerta de Hessel a los jóvenes. Con su grito les está diciendo: "Chicos, cuidado, hemos luchado por conseguir lo que tenéis, ahora os toca a vosotros defenderlo, mantenerlo y mejorarlo; no permitáis que os lo arrebaten".
¡INDIGNAOS! Luchad, para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad prometidos tras la dolorosa lección de la segunda guerra mundial. Para distinguir entre opinión pública y opinión mediática, para no sucumbir al engaño propagandístico. "Los medios de comunicación están en manos de la gente pudiente", señala Hessel. Y yo añado: ¿quién es la gente pudiente? Los que se han apoderado de lo que es de todos. Y como es de todos, es nuestro derecho y nuestro deber recuperarlo al servicio de nuestra libertad.
No siempre es fácil saber quién manda en realidad, ni cómo defendernos del atropello. Ahora no se trata de empuñar las armas contra el invasor ni de hacer descarrilar un tren. El terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual, más sofisticado que el de los bombarderos nazis. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor del "siempre más", del consumismo voraz y de la distracción mediática mientras nos aplican los recortes.
¡INDIGNAOS!, sin violencia. Hessel nos incita a la insurrección pacífica evocando figuras como Mandela o Martin Luther Kingo. Yo añadiría el ejemplo de Gandhi, asesinado precisamente en 1948, año de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de cuya redacción fue partícipe el propio Hessel. Como cantara Raimon contra la dictadura: Digamos NO. Negaos. Actuad. Para empezar, ¡INDIGNAOS!