Los inversores se muestran escépticos ante la posibilidad de que con el plan de rescate de 100 mil millones euros la banca española vaya a conjurar su crisis y que España puede permitirse el lujo de pagar un 6,5% por sus deudas
Los rescates utilizados en la zona del euro generaron manifestaciones de alivio que duraron al menos una semana. La versión del rescate en español no ha servido ni siquiera para administrar una mañana completa. El rendimiento del bono a 10 años de la deuda pública española, que había caído al 6% poco después del inicio de la negociación, al terminó del día alcanzó el 6,5%, un cambio sorprendente. Peor aún, los bonos italianos siguieron el mismo patrón, el cierre fue escasamente por encima del 6%, la más alta desde enero. Lejos de calmar los nervios, la concesión de € 100 mil millones (£ 81bn) o menos a través de préstamos baratos para los bancos españoles sólo parece endurecer el análisis de los inversores auspiciando que la crisis de deuda de la zona euro está empeorando.
¿Una valoración perversa? No, el escepticismo del mercado es comprensible. La buena noticia del rescate es en realidad modesta: los bancos españoles, después de una inyección de capital, estarán mejor preparados para absorber la marea de las pérdidas relacionadas con la especulación inmobiliaria.
Pero la mala noticia es muy importante: el gobierno español tendrá que estar detrás del rescate y la adición de hasta € 100 mil millones a la deuda nacional hará que la montaña pirenaica sea de descomunal tamaño si la recesión sigue a un par de años. Según algunas estimaciones, la proporción de la deuda y el PIB de España podrían llegar al 100%.
Si esas cifras son aterradoras para los aspirantes a ser prestamistas del sector privado, la confusión sobre la estructura del plan de rescate empeora las cosas. ¿El dinero en efectivo para el sistema bancario de España procede del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) o del Mecanismo de Estabilidad Europea (ESM)? Si es esto último, entonces los dueños del sector privado de la deuda española figuraran segundos en la línea de prioridad, y por supuesto, esperan ser compensados por el riesgo adicional, lo que se plasmará en la exigencia de una mayor tasa de interés de los préstamos a España.
Los funcionarios europeos estaban conferenciando el lunes en la dirección de que el fuese FEEF el que se utilizara, dando a todos los prestamistas la misma prioridad. Pero estamos a la espera de confirmación oficial. Y, francamente, es bastante sorprendente que la fuente de los fondos para España no se ha especificado como dato del mayor interés en el anuncio de fin de semana. Parece como si los líderes de la eurozona, en su afán de colocar algún tipo de protección en torno a los bancos españoles antes de las elecciones generales del próximo fin de semana en Grecia, no tenía tiempo para resolver los detalles más básicos.
Luego está la incógnita más grande - ¿cómo los demás destinatarios de los rescates de la zona euro reaccionaran a la percepción de que España es el beneficiario de las condiciones blandas? Una vez más, reina la confusión en cuanto a lo suave que los términos son en realidad. El Presidente del gobierno español Mariano Rajoy está dispuesto a promover la idea de que él ha asegurado un trato sin condiciones. Por otro lado, la palabra de la Comisión Europea en Bruselas es que la supervisión estricta de las medidas de austeridad ya acordados se impondrá.
Los detalles de ese debate puede resultar muy poco académicos: los políticos en Dublín y Lisboa le deben a sus electores para forzar la suerte buscando las tasas mas bajas de interés sobre los préstamos de sus propios rescates. Atenas, por supuesto, es un caso especia. Tras las novedades del próximo fin de semana, es difícil imaginar a Alemania aceptando hacer concesiones importantes.
La línea de fondo en España, sin embargo, parece muy simple: una financiación más barata para los bancos es de gran ayuda, pero el país no puede darse el lujo de financiarse a tasas de interés a 10 años de 6,5%. Mientras persistan estas tasas, la trama se encamina hacia un plan de rescate de muy mayores dimensiones.
*Nils Pratley es editor financiero de The Guardian.