viernes, 16 de diciembre de 2011

El PACTO SOCIAL, ¿POR QUÉ NO ROMPER? – ISIDORO GRACIA PLAZA

Al socaire de la crisis muchos de los que están en el origen de la misma, grandes banqueros y empresarios, que practicaron e impulsaron la especulación, y los gurús económicos y políticos que dieron la cobertura ideológica que está en la base de los actuales problemas, se han puesto a predicar sobre lo imprescindible de la moderación salarial, cuando no del recorte de las rentas provenientes del salario, como las derivadas de las cotizaciones sociales. Demandan también un recorte de las garantías de los hoy empleados y de los futuros contratos, recortes en el estado de bienestar, tales como los de las prestaciones de los parados, con el cínico argumento que estas desincentivan la recolocación en las condiciones ínfimas que ofertan algunos empleadores.

Llegados a este punto parece adecuado que, todos aquellos que vivimos de nuestro trabajo y esfuerzo personal, nos planteemos si vale la pena que continuemos el diálogo de sordos, tendente a mantener un pacto que la otra parte está dispuesta, no a ignorar, sino a atacar en cualquier ocasión que les parece favorable para ello. La respuesta es clara: si del Acuerdo se cae una buena parte del contenido Social, el dialogo tiene poco sentido y el Pacto ninguno.


Si los parados pierden prestaciones, los activos garantías y derechos y el conjunto de los ciudadanos salario social (educación, sanidad, pensiones y asistencia social), el negocio global debe devenir en ruinoso para todos y no solo para una de las partes. Lo máximo que puede ocurrir, si tenemos que recurrir a “las malas”, para resolver los conflictos de intereses, es que el sistema de globalización actual se tambalee y, si lo hace suficientemente fuerte, una buena parte de los dirigentes económicos sean sustituidos. Evidentemente habrá daño y víctimas en las clases media y baja, pero lo que no puede pretender nadie sensato y racional es que el daño se produzca solo en estas clases, y que además se acepte con resignación, para que los culpables de la situación se mantengan al margen de ello, manteniendo fortuna, privilegios y poder.