La designación del ex candidato presidencial John Kerry como Secretario de Estado, del ex senador republicano Chuck Hagel para ocupar la Secretaría de Defensa y el nombramiento del agente John Brenan como director de la CIA, reflejan los intereses y los objetivos de la política exterior del segundo mandato de Obama.
John Kerry es veterano de Vietnam y proclive a la negociación. Chuc Hagel es un gran conocedor del conflicto árabe-israelí, no en vano fue un alto funcionario durante mucho años en Oriente Medio. John Brenan ha sido en los cuatro primeros años de gobierno de Barack Obama su principal asesor en asuntos de lucha antiterrorista y uno de los protagonistas de la captura de Osama Bin Laden.
Tres caras nuevas para puestos estratégicos que pueden anunciar cambios en la política exterior estadounidense. Varios son los puntos calientes: Irán, Siria, Oriente Medio, Corea del Norte, China, Rusia, Afganistán, Latinoamérica y Guantánamo.
El peligro nuclear de Irán será, sin duda, el conflicto más delicado que deberá enfrentar la administración de Obama. La inestabilidad se incrementará tras las recientes elecciones en Israel y las próximas de Irán. Éste es el gran riesgo que ha de afrontar Barack Obama, pero también la comunidad internacional. Los analistas no se atreven a hacer predicciones, dadas las características de actores políticos como Israel e Irán. El peor escenario posible sería un ataque aéreo contra las centrales iraníes por parte de Israel, que arrastraría a los Estados Unidos a un conflicto que quiere evitar a toda costa. Es conocida la mala relación entre Barack Obama y el primer ministro israelí recién reelegido Benjamín Netanyahu, pero nadie duda del apoyo estadounidense a Israel en caso de conflicto.
Estados Unidos espera que las sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad surtan efecto, para no tener que cumplir con su amenaza de usar “todas las opciones”. Obama quiere jugar la carta de la negociación con Teherán y un conflicto bélico con tintes nucleares es la última opción de la agenda presidencial, que presumiblemente sólo iniciarían Israel o Irán, nunca Estados Unidos. El objetivo de la política exterior es claro: que Irán renuncie a su programa nuclear por medios pacíficos.
En todo esto tiene mucho que ver lo que está sucediendo en Siria. No olvidemos que se trata del único aliado de Irán en la región. En este caso el objetivo es que mediante resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, se acabe con el régimen de Damasco y se ponga fin a la guerra civil que asola esta nación. Pero la oposición de China y Rusia en el Consejo de Seguridad, impide de momento una intervención militar como en Libia. Algo que no es descartable en el recién iniciado mandato de Barack Obama, a pesar de que existen actualmente negociaciones para ofrecer una salida a Bachar al Asad y puede producirse una solución sin la intervención exterior. Está por ver.
Aunque la postura estadounidense ha sido de conciliación y apoyo a la democratización en Oriente Medio, el nombramiento de Chuck Hagel como Secretario de Defensa permite ciertas esperanzas de que el conflicto regional no vaya a más y se puedan establecer cauces de diálogo con el nuevo gobierno israelí.
En el norte de África la “primavera árabe” no parece encontrar el verdadero camino a la estabilidad de la región y todo indica que seguirá siendo objeto de preocupación de la política exterior estadounidense, como ocurrió recientemente en Bengasi, con el asalto a la embajada estadounidense, o está ocurriendo estos días en Egipto, donde los muertos en los disturbios ya se cuentan por centenares.
Corea del Norte seguirá siendo punto de atención de la política exterior norteamericana, sobre la que existe cierta expectativa en conocer en qué consistirán los cambios que Kim-Jong-Un ha anunciado un en su mensaje de año nuevo. Como en el caso de Irán, no es previsible una intervención iniciada por Estados Unidos, sino en apoyo de su aliado Corea del Sur.
También actores tradicionales de la política exterior estadounidense como China o Rusia serán objeto de atención de la política exterior dirigida por John Kerry. La batalla en estas primeras décadas de siglo con China será comercial y ya ha empezado. Estados Unidos acusa a Pekín de mantener artificialmente el valor del yuan y de violación sistemática de los derechos de propiedad intelectual de productos americanos. Las negociaciones comerciales entre ambos países y el programa nuclear de Corea del Norte, aliado actual de Pekín, serán dos prioridades del departamento de Estado. El eje Asia-Pacífico será clave en la política exterior estadounidense durante los próximos años y China es la llave.
Respecto a Rusia, Barack Obama es partidario de cooperar con Moscú para avanzar en la eliminación del arsenal de armas nucleares y encontrar en esta nación un aliado para pacificar los puntos calientes de la seguridad internacional. Rusia ya no es el problema que fue, pero seguirá siendo objetivo prioritario de la política exterior norteamericana.
Durante el segundo mandato, Obama retirará las tropas de Afganistán, prevista para 2014, sin que ello suponga renunciar a una posición geoestratégica en la zona, pero sí le permitirá poner fin a la guerra más larga de la nación estadounidense y, lo que resulta importante en estos tiempos, la retirada permitirá reducir el presupuesto militar, actualmente el 4,9% del PIB, tal y como anunció en su programa electoral.
En referencia a Latinoamérica, el proyecto más ambicioso de Barack Obama será la consolidación del Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica. Washington tiene interés en abrir el gigante espacio de libre comercio entre los países que conforman el nuevo bloque: Brunei, Chile, Nueva Zelandia, Singapur, Australia, Estados Unidos, Perú, Vietnam y Malasia, esperando que en un cercano futuro se unan Canadá, Japón y México. Pero también mantendrá un ojo sobre las revoluciones bolivarianas, sin que por el momento se le consideren una amenaza o factor desestabilizador de la región.
Un gran asunto está pendiente en la agenda del presidente estadounidense: Guantánamo. En su primer cuatrienio Obama ha sido incapaz de cumplir su promesa electoral y poner fin al penal ilegal situado en la isla de Cuba. Todo indica que ahora sí cumplirá, aunque no de forma inmediata.
Los retos son muchos, pero Barack Obama es consciente de que está en juego el mantenimiento del liderazgo de Estados Unidos en el mundo, o al menos el protagonismo de su nación en un orden internacional que se vislumbra a todas luces multipolar, con actores que no desean ser secundarios como Europa, Rusia o China, y donde también quieren tener voz India, Brasil y alguna otra nación con poder nuclear.