lunes, 21 de enero de 2013

"Cómo salir de esta" I - José Luis Gómez

El 9 de septiembre de 2012, el joven Alejandro Maqueda, licenciado en ADE por la Universidad de Granada e interesado en asuntos de economía, finanzas, auditoría y consultoría, según su propia definición, me escribió en Twitter “con espíritu emprendedor” para comentarme lo siguiente:

— Hablas de un horizonte de la crisis actual de 10 años (hasta 2018). ¿De verdad lo crees? Malas noticias para los jóvenes…

Alejandro Maqueda se refería a un análisis que yo había publicado aquel domingo en el diario La Región, titulado ‘Rajoy teme ser el presidente del rescate’, en el que comentaba la ampliación del horizonte de la crisis de 2008, “hasta completar un ciclo de al menos diez años”. Como no podía ser de otro modo, le respondí a @AMaqueda90 de la mejor manera posible, en un intento de no renunciar a nada: ni a la veracidad, ni a darle ánimos como emprendedor:

— Hablo de ese horizonte para volver a 2007, con crecimiento, tasa de paro razonable y sin problemas de déficit ni de tipos.

Con el tiempo sabremos qué pasó en la realidad y qué supuso esta pequeña anécdota en la, esperemos, exitosa vida del joven Alejandro Maqueda. Pero, de entrada, no falta quien piensa que otra economía es posible: Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 y catedrático de la Universidad de Columbia, así lo atestigua en su libro El precio de la desigualdad (Taurus, 2012), donde condena la espiral de recesión, austeridad y más recesión que arrastra a Europa debido a las recetas impuestas por Alemania en el BCE.

Según Stiglitz, el gran error de esta crisis es no acertar a identificar su verdadera causa. “Que quede claro: el déficit no ha provocado la recesión, es la recesión la que ha causado el déficit”, explica, convencido como está de que “solo si se vuelve a crecer, el déficit bajará”. ¿Pero qué sucede? Que las políticas de austeridad que impone el BCE matan el crecimiento, por lo que el déficit tarda en mejorar. “Eso de que los de abajo han de apretarse el cinturón para que la máquina vuelva a funcionar es, sencillamente, mentira”, concluye este premio Nobel.