Mientras la banca española respira gracias al acuerdo de Bruselas, los impagos de los créditos siguen arrinconando la credibilidad de sus balances. Santander y BBVA se enfrentan a un nuevo aplazamiento del pago de la deuda por parte de Cemex, la tercera cementera mundial que este lunes reúne a todos sus acreedores en Madrid.
El pasado viernes, la cementera mexicana presentó a sus acreedores la propuesta de refinanciación de sus deudas, que ascienden a 7.200 millones de euros. La gran mayoría de ese pasivo vencía en 2014, tras el acuerdo alcanzado con 75 bancos en 2009 para alargar el pago de los préstamos. Sin embargo, el grupo industrial ha vuelto a pedir más tiempo para hacer frente a sus obligaciones al observar que sus ingresos son insuficientes para abonar los intereses y el principal de los múltiples créditos.
Cemex, que el pasado año perdió más de 500 millones de dólares, propone el canje de deuda por nuevos créditos o bonos de colocación privada (USPP) con vencimiento en 2017, es decir, solicita tres años más para pagar lo que debe. También incluye en su plan la emisión de hasta 500 millones de dólares en bonos de alto rendimiento con una tasa de interés anual del 9,5% hasta junio de 2018, que podría amortizar anticipadamente en 2016.
Entre los bancos pillados en esta refinanciación, una de las más grandes a nivel mundial, están BBVA, a través de su filial mexicana Bancomer, y Santander. El primero tiene una exposición al riesgo de Cemex de casi 1.000 millones de dólares, mientras que el segundo le prestó en su día 530 millones de dólares. Ambas deudas son las llamadas comerciales, porque además los dos participan en otros créditos sindicados (otros 4.000 millones más), por lo que su posición acreedora es mucho mayor, según indican fuentes financieras.
Cemex no ha querido precisar la posición de cada banco español, pero sí reconoce que tanto BBVA como Santander forman parte de lo que denomina el G-8. O lo que es lo mismo, los ochos grupos bancarios que forman parte del núcleo acreedor y que agrupan cerca del 50% de la deuda. Además de los españoles, están Bank of America Merrill Lynch, JP Morgan, Citigroup, Royal Bank of Scotland y Bancomext, entre otros.
Cemex ha asegurado que el G-8 ya ha dado su visto al aplazamiento del pago. A ello ha ayudado el ofrecimiento de un caramelo. "Los acreedores que participen en la oferta de intercambio recibirán una comisión (...) de 80 puntos básícos calculados sobre el volumen de su participación existente bajo el Acuerdo de Financiamiento Existente que intercambien nuevos créditos o nuevas notas USPP", propone la mexicana.
El plan incluye un pago anticipado de 1.000 millones de dólares antes de marzo del 2013, amortizaciones de 500 millones de dólares el 14 de febrero del 2014 y otros dos pagos de 250 millones en junio y diciembre del 2016. Cemex, con oficinas en la norteña ciudad de Monterrey, dijo que el pago de los 1.000 millones de dólares dentro de un año podría financiarlo con la venta de activos en Estados Unidos y Europa. En España, la mexicana ha llegado a tener cerca de 100 plantas, con casi 3.000 empleados, aunque desde 2009, con motivo de la anterior refinanciación, llevó a cabo varios planes de ajuste.
Lo de Cemex no es una excepción. La recesión mundial ha golpeado con dureza a la industria auxiliar de la construcción. Una de las afectadas es Cementos Portland Valderribas, la filial de FCC, que el pasado año perdió más de 300 millones de euros. La compañía se enfrenta también a una deuda de 600 millones que le vence a lo largo de este año y que ya ha admitido que no puede pagar.