jueves, 31 de mayo de 2012

La revolución ultraliberal y los convenios colectivos - Isidoro Gracia Plaza

Hay noticias de gran importancia que, inexplicablemente, en la prensa española, no resaltan o simplemente no aparecen, siguen algunas producidas en los últimos meses de 2012:

“Los trabajadores del metal en Alemania tendrán un aumento salarial del 4,3 por ciento después de que tanto los sindicatos como la patronal recomendarán asumir para todo el país el acuerdo a que habían llegado las dos partes en el suroeste del país”.


“La compañía alemana de servicio postales, Deutsche Post, va a aumentar, a partir del mes de  abril, un 4 % el salario mensual de 130.000 empleados sujetos al convenio colectivo”.


“El gobierno alemán y los sindicatos lograron un acuerdo para la revisión salarial, que supone una subida del 6 % en la función pública,…, se llevará a cabo en dos tramos,….”


Tampoco se habla de la revolución neoconservadora que asola Europa, que sufrimos especialmente en el sur, y que solo está matizada  y atemperada en su expolio a los trabajadores por la relación de fuerzas existente. Cierto es que los sindicatos alemanes pueden ser los que en Europa tienen posiciones más fuertes, tanto por su afiliación, como por la cobertura legal que lustros de gobiernos socialdemócratas le han dejado, pero no es menos cierto que ese tipo de cesión parece tener mucho más que ver con la proximidad de unas elecciones, que pueden derribar a la mejor aliada de los ultraliberales, por no decir su representante más directa, la Sra. Merkel, por lo que se hacen necesarias algunas concesiones.


Se entienden, desde esa perspectiva, muy bien un par de cosas: esas noticias pueden dar pistas a los sufridos ciudadanos de lo que realmente está sucediendo, y porqué uno de los principales ataques producidos por la Reforma Laboral se dirige contra la negociación colectiva.


Desde la del ciudadano español de a píe lo que se entendería, si se conociesen suficientemente, es que antes de tener los votos la derecha, incluso la alemana, cede u oculta sus intenciones, y que cuando los tiene olvida los intereses de trabajadores y ciudadanos, para servir a los que considera amos del mundo, por no sé muy bien qué derecho natural o divino.


Esperemos que la izquierda europea y española aprenda la lección y actúe en consecuencia, sin estúpidos complejos respecto al ente “mercados”, igual que hace la derecha respecto al conjunto de ciudadanos. También es una buena lección, para todos, saber que en España no existe la prensa  neutral ni libre, salvo para los que tienen suficiente dinero para ser propietarios de medios de comunicación.