Antonio Machado y Ruiz |
De vivir hoy, esa añoranza de un futuro mejor se trocaría en desánimo, pues seguimos en esa España inferior del rezo y la embestida.
Los que dirigen las instituciones fundamentales del país, actúan y se conducen de forma desenfrenada y desvergonzada. Han convertido la política, la economía y las finanzas en pura y abusiva especulación, con el silencio cómplice de la mayoría de los medios de comunicación que los estimula y alienta en sus afanes corruptos.
La monarquía, exenta de responsabilidades, es un prodigio de nepotismo y arbitrariedad. Un mal ejemplo para los ciudadanos. Ha roto con el tradicional concepto de unión familiar, aparentemente incólume merced a la censura, adoptando costumbres licenciosas y afanes desmedidos de lujo y riqueza. Máxima representación de las tradiciones católicas, prefiere la separación de hecho al remedio del divorcio; la especulación corrupta que no el trabajo honrado; el lujo frente a la moderación. Y la España de charanga y pandereta en la inopia, sonríe ante la mala crianza y salida de tono de su campechana majestad, que celebra su 50 aniversario de boda en la intimidad para no agobiar el escuálido erario público con fastos de esa naturaleza, no porque el destruido matrimonio tenga nada que festejar al ir cada uno vaya por su lado.
El club de financieros y mercados, tiene un concepto del país como si fuera su granja particular, ordeñando vacas ajenas con ayuda del Estado. Como Sanguijuelas, van poco a poco sacando el dinero de la nación a la que empobrecen. Un ejemplo paradigmático es el caso Rato-Bankia.
Dice el gobierno que el país no está para huelgas ni algaradas, y se propone penalizar tales expresiones de descontento y protesta. O lo que es lo mismo, prescribe aceite de ricino y prohíbe la evacuación. La reforma laboral, la destrucción del estado del bienestar, han de aceptarse de buen grado o nos exponemos a salir del sistema para entrar directamente en la cárcel, sin otra alternativa.
La delegada del gobierno en Madrid ha tenido una aparición: los indignados del 15-M (violentos, antisistema, porretas, sucios, etc.) no resultan los mismos de hace un año: ahora están organizados, con infraestructuras y soporte económico. Gracias a tal revelación, que se hallaba oculta y en secreto, los otrora festeros de un día se han convertido en un movimiento social de carácter innovador perfectamente articulado. Enhorabuena a la perspicaz Cristina.
Mirando a Cuenca y con su habitual discreción, los indulgentes medios observan la España de pandereta desde la complicidad y el servilismo, lejos de la firme actitud que en otros tiempos les impulsaba a criticar a los poderosos, de los cuales dependen para sobrevivir.