jueves, 23 de febrero de 2012

Tripe A al norte, al sur, la triple ruina - Sylvie Kauffmann (Le Monde )

Jerez de la Frontera, en Andalucía, es una ciudad de 212 000 habitantes, famosas por sus viñedos y su circuito, donde Ayrton Senna ganó en su día el gran premio de fórmulas 1. Jerez tiene ahora una especialidad diferente: es una ciudad en bancarrota. Ninguno de los unos 2.400 empleados municipales ha cobrado desde diciembre. Los autobuses están en huelga y sin combustible más de la mitad del servicio  de los que atiende al entorno rural...

Las instalaciones deportivas de la ciudad no abrieron el pasado año por tener cortada la electricidad. Un tercio de las farolas públicas  no se encienden... El edificio de Asuntos Sociales, inaugurado hace un año, no cuenta con energía eléctrica; los funcionarios trabajan con gasolina de un generador y sin calefacción. Cada día ve aumentar su participación en eventos. Ocupaciones de lugares públicos, reclamaciones: hoy son los policías municipales, mañana otros empleados del cementerio, al día siguiente, las damas de la Asociación de servicios a la persona, dado que no se ha podido pagar su actividad pues el Ayuntamiento no abona las subvenciones. Jerez de la Frontera comenzó el año con cero euros en sus arcas. Partiendo de un presupuesto de 222 millones de dólares, llegó a finales de 2010, a una deuda de 958 millones de dólares. La carrera de la deuda se detuvo allí. “Estrangulados, Jerez de la Frontera se está muriendo”, resumió El País el domingo, 19 de febrero. En España, las ciudades en ruinas, con números como  Jerez, son decenas.
 

El lector de un diario español se siente menos solo al pasar las páginas. Sus vecinos  portugueses, aprendieron a vivir un infierno particular, “troïkés vivo” (troikados). "Troïké", neologismo que designa a aquellos que viven bajo el régimen de la “troika”, misión integrada por representantes del Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Europea , que desde la zona del euro han llegado a Portugal y Grecia, para poner sus finanzas en orden. Vivo “troikés”, es un poco como vivir en Jerez, pero con el añadido de  la visita de funcionarios extranjeros que vienen a ofrecer su experiencia al Gobierno. “Ellos están aquí, salen en la foto en el “Diario de Noticias”, cruzando la Plaza del Comercio en  la  moderna Lisboa, jóvenes, sonrientes, de traje, con sus gafas de sol y sus computadoras portátiles en sus pequeñas bolsas negras”, es la crónica de un periodista de El País. Y esta imagen contrasta terriblemente con un país que se está desintegrando, donde las ambulancias están estacionadas en los aparcamientos, donde se cierran aulas porque el número de profesores se redujeron en un 10%, donde hermosas carreteras y autovías están desiertas. Como resignados a "esta vida retrocediendo a diario” los portugueses, sin embargo, andan menos inquietos que los jerezanos.

Lo que no es, como sabemos, el caso de los griegos. Nadie sigue  las noticias de Grecia más de cerca que  los españoles, lo hacen con la curiosidad de los compañeros de  condena pero con la  idea un poco más reconfortante de que su prisión no es todavía peor que la cárcel de aquellos. En Atenas, cuando cae la noche, el lector de El País puede leer, “cuando los turistas se retiran, empezaron a fluir las personas sin hogar en las aceras, en los quicios de las puertas. Se refugian en pequeñas construcciones de cartón y mantas. Algunas plazas se transforman en dormitorios y  Sofokleous Street,  en un punto en el que se distribuye alimentos”.

Esta es la realidad de 2012, al sur de la zona del euro. En Italia, Mario Monti, ha establecido también el tiempo de rigor, pero allí se vive de otra manera. La evasión fiscal se ha convertido en el enemigo público número uno, dando lugar a una discriminación de nuevo tipo: hay una clase que entiende es mejor tener la declaración de impuestos en la guantera del Maserati, dado que los controles son frecuentes. Una razón por la cual las medidas de austeridad son más aceptadas en Italia, o incluso en España, que en Grecia es que al menos formalmente los líderes están ansiosos por demostrar que la carga no descansa solo sobre los hombros de las clases medias y populares.
 

Mario Monti ha renunciado a su salario del Presidente del Consejo y Ministro de economía y la Iglesia Católica  comienza a pagar contribuciones. En España, Mariano Rajoy, el jefe del Gobierno, ha limitado su sueldo anual a 78.185 euros (por comparación, deben saber que el Presidente Sarkozy recibe 240.000 euros). Presentadores de la televisión pública ó directores de empresas públicas recortaron sus retribuciones  en un de 25% o 30%. Los sueldos de todos los funcionarios españoles, reducidos en un 5% en 2011, están congelados en 2012. Por el contrario, Grecia, como ha señalado el economista Jean Pisani-Ferry, se redujo el salario mínimo mensual de 483 euros, pero se deja de lado “el hecho de la evasión fiscal que por encima del 10% se traduce en una pérdida de una cuarta parte de los ingresos de impuestos sobre la renta”. Política y socialmente, esta desigualdad ante el sacrificio no es defendible.

Una vez cortada en dos, entre Oriente y Occidente, Europa y experimenta una nueva fractura, un rasgón de norte a sur: en el norte de la zona euro está la Europa de la triple A, con crecimientos aunque sea modestos, manteniendo efectivos los servicios públicos, y una  tasa de desempleo tolerable. En esta Europa existe un hogar para los inmigrantes cualificados. La Europa de la ruina triple, la recesión y el desempleo, donde la deuda ha llegado a situaciones insoportables, está al sur de la zona euro. Los investigadores y los jóvenes huyen de este “troïkée” de Europa para encontrar trabajo, en el norte de Europa o América Latina. ¿Entre las dos zonas, es esta desigualdad, políticamente sostenible? La cuestión es particularmente relevante para  Francia, que comparte en su territorio el norte y el sur, pero que, en términos de disciplina presupuestaria y de la deuda, se está situando más cerca del sur que del norte. No es en absoluto una coincidencia que, según una encuesta IFOP, la mitad de los franceses  y el 62% de los trabajadores temen en algún momento un escenario griego para su país.

* Sylvie Kauffman es la redactora jefe de Le Monde, periódico que es la principal publicación del Grupo Le Monde y fue fundado por Hubertt Beuve-Mery a petición del general De Gaulle en 1944 coincidiendo con la liberación de Francia de la ocupación nazi.