Francisco Largo Caballero |
Ideas más bien pocas. Tan escasas como el entusiasmo por debatirlas. Como siempre lo que aflora es la puja de los nombres. Una penosa macula en una organización que se presume de izquierdas y cuya seña de identidad debiera ser el debate de las ideas como instrumento para afrontar el encuentro con la sociedad y ser herramienta de esta para mejorar sus condiciones de vida. Lo único que salta, como pelotas de billar empujadas por billaristas torpes, son lindezas de mil especies, que alguno pretende disfrazar de ideas.
Hay quien reclama la E de las siglas de D. Pablo Iglesias, no la del plan E, sino la de “egpaña” como si esta estuviera en riesgo. España adoleció ya en otros momentos históricos de españolismos trasnochados que en su exceso llegó a la ocurrencia de acuñar la expresión Una, Grande, y Libre. Una, la gran prisión de los sentimientos y las ideas. Unidad de Españas rotas. Dividas. Una aherrojada en el temor y la derrota. La otra en la opresión y el odio al vencido. Grande, en miseria y penuria intelectual. Libre. Cuando la libertad del país era una entelequia que comenzó títere del nazismo y terminó rehén del Tío Sam como comparsas de tercer orden en la interminable guerra fría que tan útil coartada fue a déspotas de diverso pelaje. Quien hace hincapié en “egpaña” ignora la “O” de obrero con la soberbia altiva de quien no tiene apreturas a fin de mes en un país con varios millones de parados.
Hay quien hace didactismo con cantos a la democracia interna y repudia la toma de decisiones en petit comité. Casualmente su practica habitual en momentos de poder. Y dueño de una de las frases más…sutiles…de la Transición: “El que se mueva no sale en la foto”. Y cierto es, no hablaba a humo de pajas. También pontifica desde la autoridad de los años de servicio que no se puede cambiar el programa gratuitamente… (OTAN, de entrada no)…”La tacha de la Chacón es venir del PSC”…Ni los afines del PP que recogían firmas contra el Estatut y Cataluña lo dirían mejor…”Jovencitos al poder y primero las chicas”…Completando la idea, es momento de dar entrada a la gerontocracia que no se resigna y a las damas, con el criterio que maneja el Vaticano, limpiando el ornamento…
Un cabeza de cartel que derrochó pundonor y valentía en una lid de cuyo resultado era consciente y en las circunstancias más adversas. Que asumió ser sparring a los errores acumulados tanto por temas exógenos como endógenos. Pero hoy lastrado por la más cruenta derrota sufrida por el socialismo español en toda su historia. Ni siquiera es alivio el pensamiento de Esquines de que en la guerra, la derrota no es el peor de los males, cuando la inflinge un enemigo indigno, pues seria estupidez e injusticia dar tal calificativo a D. Mariano y a su partido que representa cerca del 40 % de los que se aproximan a las urnas en este país. Sin restar un ápice a la deuda de gratitud de la organización a quien la llevó al resultado más pésimo de su historia, magra oferta parece de una formación política a una sociedad necesitada de creer en la catarsis de uno de los partidos más significativos de la izquierda española. Y confiar a su escaso rédito la oferta de un proyecto sustantivo para una travesía del desierto árida y en tiempos procelosos.
Si algo le sobra al socialismo hoy es tiempo. Especialmente cuando lo abandonen aquellos que como decía D. Francisco Largo Caballero “llegaron al movimiento político de la clase obrera a mesa puesta”. Tiempo para revisar sus miserias, no escasas. Y también su grandeza, en todo caso muy superior. Y en la que no es menor galardón en su hoja de servicios, consolidar la democratización de España, modernizarla y hacerla más solidaria. Cambiarle la faz y devolverla al concierto universal y no precisamente “como reserva espiritual de Occidente”.
Tiene tiempo para revisar si quiere ser simplemente una oficina electoral y ventanilla de prebendas, asimilándose casi sin solución de continuidad a la derecha más rancia y caciquil. Si su vocación es ser apenas los “liberales” de la primera Restauración traídos en el túnel del tiempo a esta segunda agonizante. Tiene tiempo para recuperar lo que Largo Caballero, considerado como el concejal más honrado y puntilloso en el Ayuntamiento de Madrid por sus rivales políticos, decía, “la firma de los concejales socialistas llegó a ser el mejor control de calidad que podía llevar un expediente y la prueba fehaciente de que no contenía nada irregular o deshonesto”. Tiempo hay para reflexionar por vía de ejemplo, que si el socialismo no se resume en el materialismo histórico de Marx, y de eso dio buena cuenta Felipe González, si es importante como mecanismo para entender el funcionamiento del capitalismo y descubrir la forma superarlo, o al menos frenarlo. Pero sobre todo está la dimensión ética, de servicio al común, de la lucha por la dignidad de las personas y de la emancipación social y moral de los más desfavorecidos. Recuperar valores y ejercerlos. Algo que no está reñido con el pragmatismo de las respuestas urgentes que requiere una sociedad compleja, cambiante, en medio de un mundo urgente y a la vez complejo y cambiante.
Tiempo hay para hacer un alto en el camino. Para escrutar en las raíces y la historia. En el bagaje tantas veces olvidado, y que es el mayor activo de la organización. Y desde la ética reencontrarse con la sociedad. Quizás también con el poder. Pero, para hacerlo herramienta y no un fin en si mismo.