miércoles, 30 de octubre de 2013

Citroën me deja tirado - José Antonio Gaciño

Mi coche, un C-3 matrícula 1536 CHF, lleva tres semanas y un día en el taller de reparaciones de Comercial Citroën de Sevilla (Avenida Doctor Fedriani, s/n), a la espera de una pieza que no se sabe cuándo va a llegar, o al menos eso es lo que me han dicho.

Lo dejé allí el lunes 7 de octubre de 2013, a las 10 horas 26 minutos 45 segundos (según figura en la orden de reparación, una orden que todavía no ha sido cumplida) para que le reparasen la entrada de las marchas 2ª, 4ª y atrás. Tras examinarlo, me explicaron que tenía deteriorado uno de los cables que controla el cambio de marchas y que ya me avisarían cuando estuviese reparado. Al día siguiente (o a los dos días, no recuerdo bien), me llaman para decirme que no tienen esa pieza, que la han pedido a la central (de Madrid, naturalmente, aunque la fábrica española de Citroën está en Vigo) y que les han dicho que la enviarán el 17 o el 18 de octubre de 2013. Me comentan que, si quiero llevármelo y volver cuando esté la pieza, puedo hacerlo. Me acerco al día siguiente al taller para comentar el asunto y me aconsejan que no me lleve el coche porque, con los fallos en la entrada de las marchas, me puede dejar tirado. Acepto el consejo porque ya había experimentado las dificultades de conducir con la inseguridad en el manejo de las marchas. En ese momento no me daba cuenta de que era la misma Citroën la que me estaba dejando tirado.
Esperé paciente al 18 de octubre de 2013, día en que me comunican que no sólo no ha llegado la pieza en la fecha anunciada, sino que ahora la previsión es que no hay previsión. La gran multinacional Citroën no sabe cuándo puede suministrar la pieza que necesita mi coche para volver a funcionar en condiciones.

Vuelvo al taller el lunes 21 de octubre de 2013, para ver si en persona podía conseguir más información que por teléfono. La respuesta es la misma, a pesar de que el empleado que me atiende se desvive por recabar información en las diferentes instancias de su empresa. Hasta llega a detectar la presencia de una pieza como la que esperamos en un taller de Huelva, pero allí la tienen para atender a un cliente con más suerte que yo. Puestos a especular, y ya que los cables de marchas parecen constituir un tesoro difícil de conseguir en Citroën, llega uno a pensar que el taller o el cliente de Huelva tenían más capacidad de influencia en la misteriosa central de suministros y habían conseguido desviar a Huelva la pieza inicialmente destinada a Sevilla. Ante la situación de impotencia, al amable empleado sólo se le ocurre remitirme al Servicio de Atención al Cliente, eso sí, después de emplear un cierto tiempo en averiguar los teléfonos (los apunto aquí, por si algún sufrido lector pasa por una situación parecida y no se encuentra con un empleado tan voluntarioso: 902445566, 902105558 y 902114703). Pensaba que quizá eso sirviese para hacer algo más de presión.


Llamo ese mismo día, 21 de octubre de 2013, al primero de los números y, después de explicar dos veces la peripecia, quedan en informarse. Me llaman al día siguiente del mencionado Servicio de Atención al Cliente y me hacen volver a explicar mi problema, no sé si porque el problema es tan insólito que no se lo creen, o porque no se fían de quien me atendió el día anterior. El caso es que vuelven a quedar en informarse y a llamarme con lo que averigüen. Deben de estar todavía averiguándolo porque, siete días después, no han vuelto a llamar.


Vuelvo al taller el lunes 28 de octubre de 2013, ya con cierto complejo de protagonista del Día de la Marmota. El suministro de la pieza maldita sigue con la etiqueta de SIN FECHA. Inútil preguntar si es que esa pieza ha dejado de fabricarse, o si es que la fabrican por encargo pero la complicada organización de la multinacional no sabe calcular cuánto pueden tardar en fabricarla. Los amables empleados del taller sevillano sienten la misma impotencia que yo, aunque, cuando pregunto si la pieza puede tardar un año en llegar, el que me atiende contesta perplejo: "Hombre, un año no creo". Pero tampoco lo dice con mucha convicción.
Uno recurre al final a pedir el libro de reclamaciones, aunque escéptico sobre la posibilidad de que eso, que asusta a los restaurantes y a las pequeñas empresas, vaya a preocupar a la gran multinacional. Pero ahí queda, en el registro de la Junta de Andalucía, con fecha 28 de octubre de 2013, la reclamación por mi coche perdido. Estuvimos juntos diez años y medio, compartiendo carreteras y ciudades, fríos, lluvias y calores. No le prestaba especiales cuidados y adornos, pero siempre lo llevaba a revisión al servicio oficial para que no le faltase el cuidado fundamental. Ingenuo de mi, que olvidé que las multinacionales no tienen corazón y no agradecen nada la fidelidad.


Más me hubiese valido haber vuelto al querido chapuzas de mi barrio, que me enseñó a buscar las piezas de repuesto en los desguaces para que me saliera más barata la reparación de mi viejo y renqueante Golf (que nunca estuvo más de una semana inmovilizado).