jueves, 8 de noviembre de 2012

Barack Obama: claves de la victoria - José Antonio Gurpegui

Barack Hussein Obama
Quienes han seguido durante estos días mis colaboraciones conocen sobradamente mi decidida apuesta por la candidatura de Obama. Una apuesta ajena a cualquier tipo de gusto personal, inclinación política, o seguidismo, y que ya argumentada en “La suerte está echada: ¡no va más!”, no repetiré. El desenlace final, por tanto, era el esperado. Otra cosa es la magnitud de la diferencia en el resultado. Me explico: en mis cálculos no consideraba que fuera posible una diferencia de votos electorales tan amplia, y mucho menos que el candidato republicano sufriera tal descalabro. Romney se apuntó únicamente dos estados propiedad de Obama hace cuatro años, Carolina del Norte e Indiana; no consiguió sumar los votos ni tan siquiera en uno de los atribuidos a Obama –Wisconsin, Pensilvania, Michigan, Missouri…- en los que a última hora parecía tener alguna posibilidad; y lo que todavía es mucho más grave, en los estados que estaban literalmente “en el aire”, Romney ha salido victorioso tan solo en Carolina del Norte… y por menos de 100.000 votos. Seguimos con el “descuento”: la pérdida de Virginia representa en sí misma un dolorosísimo correctivo; la de Nevada, una sorpresa que nadie esperaba; la de Colorado, el desencanto final. No menciono Florida, todavía en el alero, aunque parece que Obama lleva ventaja, y que en mi personal pronóstico caía del lado de Romney –tal vez por mi navarra tozudez me resisto a concedérsela al Presidente hasta el recuento del último voto-.

Como quiera que sea, el resultado en votos electorales no está tan alejado del varapalo que sufrió McCain hace cuatro años. Desde luego que para los republicanos será, es, una derrota difícil de digerir por lo contundente, y así, 'en caliente', inexplicable aunque las razones estén encima del tapete.

Particularmente, y siempre en vista de los resultados finales, 'a toro pasado' que diría un castizo, no creo que el huracán Sandy haya influido hasta el punto de determinar el nombre del presidente electo. Me cuesta asumir que el indudable beneficio que gracias a la magnífica gestión puede haber obtenido Obama, corresponda a la diferencia de puntos obtenidos, máxime tratándose de un escueto porcentaje de indecisos en torno al 3%.

Los resultados ponen de manifiesto que los americanos continúan fiándose de su presidente, incluso más que de los postulados políticos demócratas; únicamente así se entiende la disparidad existente entre los votos presidenciales y los resultados del Congreso en manos, una vez más, de los republicanos

La piedra angular de mi convencimiento en la victoria de Obama era, simplemente, el porcentaje de votos hispanos atribuidos a Romney. Ni una sola encuesta le otorgaba guarismos por encima del 30%, e incluso en algunos –no pocos- colocaban su techo en el 25%, como finalmente ha sido. McCain perdió estrepitosamente con un 31%, y si Romney no superaba el resultado de su antecesor en el duelo, no tenía la mínima probabilidad de victoria. Pero a la vista de los resultados, la 'mayor' se antoja excesivamente simplista e incompleta.

El primer considerando tiene que ver con la personalidad de Obama. Los resultados ponen de manifiesto que los americanos continúan fiándose de su presidente, incluso más que de los postulados políticos demócratas; únicamente así se entiende la disparidad existente entre los votos presidenciales y los resultados del Congreso en manos, una vez más, de los republicanos.

En otro orden de cosas el resultado de Michigan, con más de ocho puntos a favor de Obama, no puede pasar desapercibido. La verdadera campaña del Presidente bien pudo haber empezado hace más de dos años, cuando de forma inequívoca –y en clara oposición a Romney- optó por apoyar económicamente la industria automovilística en los estados de los Grandes Lagos. La fundamental victoria en Ohio bien pudo cimentarse en el 2009.

En las elecciones del 2008 las redes sociales y los nuevos recursos comunicativos y tecnológicos adquirieron un papel protagonista. Los avances tecnológicos pillaron a McCain con “el paso cambiado”. Romney aprendió la lección, y su presencia en foros, páginas web, tuits, etc., respondía a lo esperado en el siglo XXI. Pero, de nuevo, la estrategia de Obama en el complejo universo tecnológico ha ido un paso por delante. El enigmático Harper Reed, reputado hacker en su 'vida anterior', ha sido la mano que mece la cuna de internet en esta campaña. Su objetivo no era llegar de forma masiva e indiscriminada a los electores, sino dirigirse a cada uno de ellos como si se tratara de una persona única e irrepetible. Los mensajes de Obama que recibían los votantes parecían exclusivamente escritos y diseñados para el destinatario. Se trata del data mining, en terminología utilizada por los informáticos.

Y por último lo más importante. El voto hispano era el indicio, pero quienes han hecho posible la victoria han sido los voluntarios. Me pregunto si Obama habría podido ganar estas elecciones sin el ejército de cientos de miles de voluntarios, 'más papistas que el papa', entregados en cuerpo y alma a la causa. Son ellos quienes literalmente se han batido el cobre pateándose los barrios y las calles de ciudades y pueblos; quienes han registrado votantes y convencido a indecisos; quienes se preocuparon de que ni uno solo de los votos que tenían contabilizados se quedara en casa. Si hace cuatro años Obama basó su estrategia en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, en esta lo ha sido en el ingente capital humano puesto a su disposición. Su última acción de campaña fue justamente telefonear a una voluntaria incrédula cuando el interlocutor le dijo que era Barack Obama. En el 'discurso de la victoria' se dirigió a los voluntarios en los siguientes términos: “Todos vosotros sois una familia. No importa lo que vayáis a hacer o dónde os dirijáis a partir de ahora, os llevaréis los recuerdos de la historia que hemos construido juntos. Y tendréis por siempre el reconocimiento de un presidente agradecido.” Se puede decir más alto, pero no más claro.


José Antonio Gurpegui es periodista de Elconfidencial.com