Cambios en la socialdemocracia alemana
El partido socialdemócrata alemán ha hecho propuestas novedosas, en las líneas que Hollande también ha apoyado en su campaña electoral como el establecimiento de los eurobonos, la europeización de la deuda y un cambio en el BCE para dar mayor hincapié al crecimiento, y no sólo al control de la inflación. Todos estos cambios son muy positivos, y también hay que aplaudirlos. Pero el problema mayor es que el partido socialdemócrata, el SPD, no ha cambiado en un punto central: su compromiso con las políticas de austeridad que el gobierno socialdemócrata presidido por el canciller Schröder, por cierto, inició (en su Agenda 2010), y que la canciller Merkel continuó. Hoy los trabajadores alemanes están subpagados. A pesar del aumento de su productividad, los salarios reales en Alemania no han aumentado en los últimos diez años, siendo una característica de su mercado laboral una elevada tasa de precariedad, un 25%. Su Estado del Bienestar está muy deteriorado, habiéndose incrementado las desigualdades sociales hasta alcanzar niveles sin precedentes desde la II Guerra Mundial. El 10% de los alemanes, los más ricos, tienen el 53% de la riqueza privada del país, mientras que el 50% de la población alemana sólo tiene un 1% (sí ha leído bien, un 1%), según el último informe de la pobreza en Alemania del Ministerio de Trabajo alemán.
Todos estos datos son consecuencia de que el gobierno Schröder potenciara el sector exportador a costa de la demanda doméstica. La reducción de tal demanda disminuyó el crecimiento de la economía alemana, y con ello el crecimiento de la economía europea, que está en camino de una gran recesión de nuevo. Tal recesión en los países de la Eurozona, y muy en particular, de sus países periféricos (resultado de las políticas de austeridad) han afectado también a las exportaciones alemanas a estos países periféricos. Así, las exportaciones alemanas a España descendieron un 11,4%, a Portugal un 15,8%, a Grecia un 9%, y a Italia un 8,6%. Tales exportaciones fueron sustituidas por exportaciones a EEUU, China y otros países emergentes, pero el decrecimiento económico europeo está afectando negativamente al crecimiento económico mundial, afectando también tales exportaciones. Hoy la economía alemana está decelerándose muy marcadamente, y la tasa de crecimiento de la Eurozona se calcula será en el 2012 negativa (un -0,5% del PIB de la Eurozona).
Estas son las consecuencias de estas políticas de austeridad iniciadas por el canciller Schröder y continuadas por la canciller Merkel. Y una persona clave para el desarrollo de tales políticas ha sido el que ahora es el candidato del SPD para la presidencia del país en las próximas elecciones alemanas, el Sr. Peer Steinbrück, que era el Ministro de Finanzas en el gobierno de coalición Cristiano Demócrata-Partido Socialdemócrata. De ahí que la alianza Partido Socialista francés-Partido Socialdemócrata alemán no augura que haya el cambio tan urgente y necesario de romper con la austeridad que permita la aparición del New Deal en Europa. De ahí que aunque tales partidos socialdemócratas hayan ido mejorando sus propuestas económicas (consecuencia de las presiones procedentes de los sindicatos franceses y alemanes, así como de los partidos a su izquierda, la Alianza de Izquierdas en Francia y Die Linke (la izquierda) en Alemania, y muy en particular las movilizaciones de protesta popular frente a las políticas de austeridad) todavía están estancadas en el dogma de la austeridad y lo que llaman disciplina fiscal que está llevando a Europa y al mundo al desastre. La alternativa, que sería establecer el New Deal en Europa con políticas expansivas, encaminadas a estimular la economía mediante el crecimiento de la demanda doméstica, no está ni se la espera.
Las políticas económicas de la socialdemocracia española
Los equipos económicos del gobierno socialista del Presidente Zapatero han sido discípulos aventajados de la escuela ortodoxa liberal y su comportamiento antes y durante la crisis encaja dentro de los cánones de los libros de texto del neoliberalismo. En lugar de resolver el mayor problema que tiene el Estado español (la regresividad de su política fiscal y la pobreza del Estado que ello conlleva), el gobierno Zapatero hizo una reforma fiscal en el 2006, en la que bajó los impuestos, favoreciendo todavía más a las rentas del capital y a las rentas superiores. Tales recortes de impuestos crearon un agujero en las cuentas del Estado de casi 20.000 millones de euros La política de que “bajar impuestos es de izquierdas” le costó mucho dinero al Estado, incrementando su déficit público estructural que apareció con toda intensidad cuando estalló la burbuja inmobiliaria y el Estado dejó de ingresar los fondos coyunturales resultado del crecimiento de la burbuja.
Y cuando el déficit público se disparó, la respuesta fue también de libro de texto en la doctrina neoliberal. Recortó el gasto público, incluyendo el social, antes que revertir la bajada de impuestos que había hecho en sus años de bonanza. Así, el gobierno Zapatero congeló las pensiones (para ahorrar 1.200 millones de euros), pero no revertió la bajada de impuestos de sucesiones (que le habría significado recuperar 2.200 millones de euros).
Es cierto que el gobierno Rajoy ha acentuado todavía más estas políticas de austeridad, recortando, por ejemplo, el gasto público sanitario (6.000 millones de euros), cuando podría haber conseguido 5.600 millones de euros, revertiendo la bajada del Impuesto de Sociedades de las empresas que facturan más de 150 millones de euros al años, y que representan sólo el 0,12% de todas las empresas de España.
Es sorprendente que en España, uno de los países con mayores desigualdades y menos ingresos al Estado, la socialdemocracia sea de las más conservadoras y con menos vocación transformadora en las áreas económicas y fiscales que existe en la Unión Europea.
Existe un temor (o una complicidad) a enfrentarse, por ejemplo, con la banca, nombrando a personas de clara orientación muy liberal, como Jordi Sevilla, Pedro Solbes, Elena Salado, David Taguas, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Miguel de Sebastián, y otros, en posiciones de gran responsabilidad económica. Los resultados de tales políticas liberales son fáciles de ver: la escasa prevención de la crisis y la manera como se ha respondido a ella (que ha causado un enorme daño) son típicos productos del neoliberalismo. El hecho de que el Partido Popular haya sido incluso mucho peor, no disculpa o diluye los errores económicos de la Administración anterior.
La ausencia de autocrítica y renovación
Lo que caracteriza al socialismo español es su nula capacidad de autocrítica y renovación. Es sorprendente que durante todos estos años no ha habido ninguna voz crítica dentro del PSOE hacia tales políticas. Con la excepción de Josep Borrell, ninguna figura del socialismo español se opuso al cambio de la Constitución para incluir (bajo las órdenes de la Sra. Merkel) el infame Pacto Fiscal que fuerza al Estado a no tener ningún déficit, condenando a España a estar a la cola de la Europa Social. Como dije antes, hay que darse cuenta de las consecuencias que tendría para las familias españolas que se aprobara una Ley que les prohibiera endeudarse.
El impacto sería enormemente negativo. Pues ésta es la situación para España. Con la excepción de Josep Borrell, no hubo nadie dentro del grupo dirigente del PSOE (repito, nadie) que se opusiera o criticara a tal Pacto Fiscal, mostrando que el PSOE es un aparato presidencialista que ha alcanzado unos niveles que generan rechazo en grandes sectores de su electorado. Tal rechazo se ha acentuado todavía más ahora en que el que lo dirige era el segundo de a bordo del Presidente Zapatero, que ha purgado a todos los demás que le pudieran hacer sombra. El aparato del Partido ha captado el mayor instrumento de las izquierdas españolas, el PSOE, y ello ha tenido enormes repercusiones negativas para todo el país. Hoy al PSOE se le ve y se le percibe por la mayoría de la población española como parte del problema, y no como la solución. Y todos los dirigentes permanecen callados, aferrados a su poltrona. Sería deseable (urgente y necesario) que las bases de tal partido, que son en su mayoría votantes de izquierda, se rebelaran, y hubiera una movilización general pidiendo que se marchen las élites que tanto daño han estado haciendo al socialismo español. El enorme hostigamiento que las clases populares están sufriendo desde el Estado gobernado por la derecha más reaccionaria que ha gobernado este país desde el fin de la dictadura, necesita un instrumento mucho más socialista y más radical de lo que tal instrumento es hoy en día. El amor a España que estos sectores populares siempre han mostrado, requieren una rebelión en contra de la falta de participación y democracia en tal Partido. El hecho de que este fenómeno sea generalizado en otros partidos no es razón de no exigirlo en el mayor partido de la oposición. Así lo necesita este país.