Paloma Díaz Andina |
Es como si, a golpe de novedad informativa, se nos fuese despojando de nuestro pasado y nuestro presente, de nuestra identidad como agentes responsables y activos en la construcción de la sociedad a la que pertenecemos.
Es consustancial al futuro una cierta dosis de incertidumbre, marcada por el ritmo permanentemente cambiante de la vida, pero estar atrapados por un norte de arenas movedizas donde resulta casi imposible cimentar los pilares necesarios para vivir, hace que surjan tentaciones para que el movimiento cese y la certeza sea, en apariencia, mayor.
Es el momento perfecto para la indiferencia, el discurso populista, la delegación de responsabilidades a los agentes cavernarios que dictan el rumbo de la historia, a los salva patrias o los líderes religiosos. Para muchos, demasiados, es el tiempo para huir del desasosiego y la indignación hacia la apatía y el conformismo: pongo el destino en sus manos y yo me instalo cómodamente en mi necedad.
Es esta postura vital ante el mundo, en su mensaje subyacente, la que nos relata el anuncio televisivo de un importante grupo empresarial gallego del sector de la alimentación: “Se chove, que chova (...) Vivamos como galegos.” Da igual lo que ocurra a tu alrededor, pues todo se viste de imponderable. Entonces, coge un paraguas para que todo te resbale, ignora lo molesto y vive conforme a tu cuna, aunque ésta esté repleta de miseria moral.
Es también un referente en este sentido el casposo anuncio de la lotería de Navidad. Atención, mensaje imperativo entre bambalinas: Ignora la realidad compartida y vive en un mundo lleno de luces cegadoras, esperpéntico en sus referentes y tremendamente cursi en sus formas, pero, caramba, tan brillante a los ojos... Y déjate disociar de la basura que nos inunda, de la marea negra de impunidad.