sábado, 9 de noviembre de 2013

Wert, una pesadilla con fecha de caducidad - Antonio Campos Romay

José Ignacio Wert

El ministro Wert, es el emulo de  “Mourinho” en la política. Con todas las prácticas felonas de tal personaje y sin ninguna de sus virtudes, que seguramente tendrá. Parece difícil creer que el Sr. Wert pueda verse en el espejo por las mañanas sin que el rubor le descienda desde la cima de su cráneo mussoliniano hasta la punta de los pies.  Este hombre, acopia en si una serie de anomalías de conducta que instintivamente le hacen ingrato a la vista y al oído. Soberbio, provocador, mentiroso, lenguaraz, con un afán de protagonismo enfermizo, un personaje que desprende poca nobleza hacia el exterior… Cabe en lo posible que la tenga interior, pero debe estar  tan profunda que se tardarían años en hallarla…

Tras  su paso por el ministerio va tener el lamentable honor de ser el  peor titular del ramo desde el final de la guerra civil…El peor con diferencia  en setenta y cinco años. En dictadura o en democracia será difícil encontrar alguien con peor bagaje. O más letal en sus intenciones hacia el sistema público de enseñanza. Sin la menor duda el más contestado por la comunidad académica. No le quieren ni los rectores, ni los profesores, ni los directores de colegio, ni los alumnos, ni los padres, ni los bedeles… Puede que haya una persona en el ministerio que le brinde afecto, pero será el único caso…


Su valoración demoscópica, para un señor que presume de técnico en la materia, es paupérrima. Su historial será más deplorable que el del más efímero de los ministros franquistas, (periodo por el que sus actos muestran cierta añoranza), un tal Rodríguez nombrado por error, al que se le ocurrió la humorada de reformar el calendario académico universitario, que igualaba el año natural con el año académico, y que en tono humorístico fue denominada “calendario juliano”.  El cambio, solo tuvo efecto en primero de carrera en todas las universidades españolas (que debiendo empezar en octubre de 1973 esperaron hasta enero de 1974) y produjo el rechazo absoluto de la comunidad universitaria y de la administración franquista. La Orden Ministerial que implantaba el cambio fue derogada a los pocos meses por un Decreto de su sucesor en el cargo, Sr. Martínez Esteruelas, volviendo a recuperarse el calendario ordinario al curso siguiente.
Este ministro españolizador de catalanas tierras, no se entera en su enajenación onírica de soberbia supina, ni siquiera reunido en la intimidad con su Secretaria de Estado de Educación,  que  las sandeces que está  cometiendo, las tropelías contra el alumnado en situación más precaria, sus boutades, todo ello, tiene menos recorrido que el “calendario juliano”. La “reforma wertiana” será una pesadilla a olvidar en menos de dos años, si no es que se anticipan las elecciones…Hasta los más templados e inteligentes  de su partido, que son una mayoría a la que él no pertenece,  lo saben. Es de suponer  la indignación intelectual y moral de D. Salvador de Madariaga o D. Marcelino Domingo, ilustres titulares del ramo en tiempos pretéritos al ver pululando pro lo que fueron sus predios políticos a tal caballero. 


Este ministro,  cuyas sus intenciones son las que son, seguramente quedó advertido por la cita de  Epicteto, “solo las personas que han recibido educación son libres”. Y justamente a evitarlo encamina sus esfuerzos para que una generación ciudadana libre y con capacidad de pensar no contamine el aborregamiento que el gobierno al que  pertenece quiere legarnos. Que por cierto, el Sr. Wert, bueno es recordarlo, es una apuesta personal del presidente Sr. Rajoy.


El  mayor fracaso de los gobiernos democráticos fue su incapacidad para  alcanzar un  pacto de estado en la materia que dejara fuera de las veleidades y la liza política algo tan sustancial para el futuro de la nación. Hoy se pretende hacer  de la educación pública una víctima preferente de los procesos de privatización de servicios y  del adelgazamiento de lo público a favor de lo privado, trocando en negocio derechos ciudadanos.


 Si  el conocimiento,  es un arma de poder, no sorprende en la hoja de ruta de devaluación del país, tras lo económico y lo social, se acometan también medidas para devaluarlo en su capacidad crítica dejando a millares de ciudadanas y ciudadanos condenados a la  marginalidad menguando su formación para  predestinarlos a mano de obra barata y maleable...


Cuando las políticas de los señores Wert y Rajoy dañan la educación pública están  atentando directamente contra un el derecho a la igualdad de oportunidades y a su emancipación personal de los menos favorecidos. Mutilar, condicionar o manipular una educación pública  basada en el pluralismo y la libertad de conciencia, en  la democracia y el laicismo,  es quebrar  el futuro del país. 


Una política suicida que completaría el marco de devaluación de España como país moderno y en progreso.