Isidoro Gracia |
Dos hechos de la máxima importancia parecen estar acreditados: el aumento paulatino de la temperatura de la atmósfera del planeta y el aumento acelerado en esa atmósfera del contenido del carbono, tanto como dióxido de carbono (CO2) como en forma de metano (CH4); también parece acreditada la existencia de alguna relación entre los dos hechos.
Que la actividad humana tiene incidencia en el aumento de los gases que contribuyen al efecto invernadero parece evidente, que esa sea la causa única del aumento de la temperatura no está aún acreditado científicamente, es más, todos los estudios existentes al respecto parten de la inexistencia de datos suficientes sobre el papel que juega la mayor reserva de carbono, el océano. Para hacernos una idea todo el carbono existente en la atmósfera es solo un 2% del existente en el océano y toda la vegetación apenas supone un 1,7 % de la misma cantidad oceánica.
La mayor parte de los estudios existentes, incluyendo alguno muy interesante de la Universidad de Vigo de hace unos años, parten de la base de que la reserva de carbono existente en el océano se mantiene constante. También resulta sorprendente la escasa importancia dada, en lo referente al aumento de temperatura, en su relación con la primera y casi única fuente de calor del planeta tierra, el sol; las pocas referencias existentes en los estudios sobre el cambio climático respecto a la incidencia del sol están en paralelo con la escasa mención a otros factores, como la actividad volcánica, que también tiene acreditada históricamente su influencia.
Sin embargo las conclusiones de las que deben derivarse decisiones políticas son más claras y con mucho menos discutibles: la necesidad de programas de ahorro energético, aun cuando no existieran indicios del cambio climático, es más que una evidencia, es una decisión de mera supervivencia para las generaciones futuras, en el mismo plano debe situarse la mejora de la eficiencia de los sistemas de producción, el indicador intensidad energética por unidad de PIB (Producto Interior Bruto) además es un referente para medir la competitividad de un país y lo mismo podemos decir de la potenciación de los recursos autóctonos y las energías renovables. La dirección de las decisiones en el campo de la energía a tomar desde Galicia está bastante clara y además esas decisiones tienen bien abonada la opinión pública, tienen buena venta.
Pero existe una repercusión del aumento de la temperatura que exige decisiones que, aunque sean evidentes en términos científicos y técnicos, no tienen la misma aceptación social y no aparecen tan claras ante la opinión pública gallega: va a faltar agua y las decisiones a tomar son urgentes y su ejecución por parte de los poderes públicos tendrán costes altos, tanto política como socialmente.
Aún hoy, cuando en Galicia llueve abundantemente, existen problemas incluso para el abastecimiento humano con agua de calidad y además el déficit, ya crónico, afecta a la mitad del territorio de Galicia donde se concentra el 70 % de su población, la llamada Cuenca Galicia-Costa. La cifra del déficit supera el 35% de las necesidades a garantizar con las reservas consolidadas, si se quiere mantener un mínimo volumen ecológico y ello a pesar de que en Galicia la agricultura de regadío está hoy apenas implantada, recordar aquí que la agricultura supone el 80% del consumo de agua en España.
El motivo tiene un origen histórico basado en las apariencias, no en la realidad de los datos, la opinión general es: como llueve no hacen falta reservas y además hacer o proponer pantanos no es políticamente correcto. Por ello solo se recoge el 10% del agua que cae en esa zona, cuando en España se recoge más del 40%.
¿Qué ocurrirá si algunas de las previsiones derivadas del cambio climático se confirman?
Cualquier infraestructura en este tema tiene un periodo de maduración del orden de 10 años, las decisiones hay que tomarlas ya, incluso para resolver los problemas ya existentes, sin esperar a que los problemas empeoren por el clima, por el aumento de la agricultura de regadío y de atmósfera controlada, por otra parte mas eficiente y rentable, ó por una mayor demanda de agua de calidad por los ciudadanos residentes y por los posibles visitantes estaciónales.
Las soluciones pasan por aumentar la cultura del agua y fomentar su ahorro, por recoger y almacenar una mayor cantidad de los recursos que la naturaleza tiene a bien aportarnos todos los años y por interconectar las cuencas gallegas, ya que la del Miño-Sil hoy es ampliamente excedentária. Además ¿la energía hidráulica no es un buen recurso autóctono compatible con otros usos?