(Leer en gallego)
Señor:
Reconozco de antemano mi contumacia, seguramente injusta, contra una ilustre dinastía, que Vuestra Majestad encabeza hoy, a pesar habernos legado representantes tan notables en nuestra historia como D. Carlos IV suma de inteligencia y dedicación política, D. Fernando VII espejo de virtudes, Doña Isabel II rectada dama de firme criterio y fiel esposa, la casta austeridad de D. Alfonso XII, la ejemplaridad constitucional de D. Alfonso XIII, etc., entre otros ilustres representantes de tan noble Casa.
Desde una acendrada convicción republicana que espero sepa perdonarme, viniendo de Su Augusta Majestad la cita, me la creí a pies juntillas. “La justicia es igual para todos”…supongo que también “para todas” y que si a ello no hizo referencia Su Cristianísima Majestad no fue sino por usar el genérico y no pensando en una de sus hijas.
Aun creyendo firmemente en sus palabras, como humilde súbdito de Su Augusta Majestad en este Reino que no lo es por la gracia de Dios sino más bien por una gracia de El Pardo, reconozco mi torpeza al hacerme un penoso lío sobre las razones por las cuales Su Alteza Real y esposo, o sea los Duques de Palma, de forma tan perentoria dirigieron sus pasos a tierras del “Tío SAM” donde una suculenta canonjía telefónica les esperaba reconociendo la inestimable cualificación de su ducal yerno para tal responsabilidad. Una estampida, que presumo como respetuoso vasallo, no connotaba ánimo de hacerse incorpóreos ante algunos dedos insidioso que apuntaban a la ducal pareja como presuntos en algún ilícito penal. Que sabido es, que este es país de chismes, y se pone a la gente en la picota por nada. Y que para evitar tal desafuero, cuando procede, incluso al juez más pintado se le da “gurtelazo” en la cabeza y a otra cosa. Con su profunda convicción Señor, de que la justicia es igual para todos, y si hubiera abrigada alguna sospecha en los Reales Sitios sobre la honorabilidad del Real Yerno, Su Augusta Majestad, con la ejemplaridad leída en su discurso navideño no hubiera tolerado tal viaje por lo que pudiera tener de quiebro a la justicia.
Además es difícil aceptar un comportamiento anómalo en el Sr. Duque de Palma, el hijo político bienamado, cuando es de suponer que haya tenido oportunidad de ser aleccionado de sus reales labios, con el relato de su experiencia personal sobre lo que son las amistades peligrosas y lo que representan, andando sueltos por este mundo personajes, algunos de ellos en manos del Eterno, como Manolo (para S.M.) Prado y Colón de Carvajal, Reza Palevi (el ex-Rey de Reyes del petróleo), Mario Conde, y otros mas de cuyo nombre es difícil acordarse por lo extenso de la lista…Una pareja tan inmaculada como la Ducal, con el ejemplo de su Augusto Padre como testimonio, no habrían de caer como vulgares mortales en enredos de personajes o tentaciones mundanas.
Señor se que algunos insidiosos pretenden que su Real Hija, carne de su carne borbónica, se asome por los juzgados para por lo menos relatar como el cuerno de la abundancia se derramaba sobre su cristiano hogar y ella lo recibía gozosa a la par que lo gozaba. Quizás el relato podría ser útil a los que padecen ausencia del mismo y la única cornada que reciben es la del paro y la miseria. Pero dicen los que ofician en la justicia que la cándida y honesta dama de la Real Casa ni estará ni se la espera en tan sórdidos sitios, inapropiados a su linaje. Atropello intolerable seria a la virtud de una Infanta.
Señor se también porque así dicen en los papeles, que su Real Yerno tendrá en el juzgado tratamiento sustancialmente distinto que el de sus socios y compañeros de fatigas empresariales, velando sus tribulaciones de toga y banquillo a los ojos del vulgo y de su retozona asechanza. Y que aunque en la justicia de este Reino de Flor de Lis es habito las filtraciones de lo que se supone secreto, sin que ninguna medida haya noticia se tome, parece que en este caso, al señor instructor del mismo, alguien pretende varearle las nalgas por negligente. Asimismo Señor debería considerar si su muy justa sentencia sobre la “igualdad ante la justicia” no la pone en solfa la oficiosidad de Doña Gabriela esa simpática jurista que es portavoz del CGPJ cuando afirma, sin que quepa duda que sabe de lo que habla, “que no todos los imputados son iguales” (sic).
Señor que digo yo, con notable confusión y el mayor respeto de súbdito de este Reino, sino se habrá trabucado Vuestra Majestad en el discurso navideño por ser ya en hora de atardecida y en día tan entrañable y se le olvido un “no” entre “la justicia” y “es igual para todos”.
Perdóneme Augusto Señor las dudas. No le entretengo mas con ellas conocedor de las pesadas obligaciones que conlleva portar sobre su testa la Corona de España, máxime cuando seguramente ande muy atareado con la lectura de las revelaciones la revista Der Spiegel recogiendo la desclasificación del “despacho 524” en relación a aquel 23-F, que el embajador Lahn envió al Gobierno de Bonn, que presidía Helmut Schmid, (por cierto algo rojeras él tal canciller). Según el informe de her Lahn, “el Rey no mostró ni desprecio ni indignación frente a los actores, es más, mostró comprensión, cuando no simpatía, y poco menos que exculpó a los golpistas: Los cabecillas sólo pretendían lo que todos deseábamos. Concretamente, el restablecimiento de la disciplina, el orden, la seguridad y la tranquilidad”...
Señor, es que últimamente los teutones no para de darnos zozobras. Vamos, que si Vuestra Majestad lo duda, que se lo diga D. Mariano…
¿La Justicia es igual para todos Majestad?